Cajamadrid y sus cajeros
Por Luis Peralta
La semana pasada, a eso de las nueve de la noche de un miércoles, se me quedó una cara de capullo difícil de describir. Fue delante de un cajero y al ver que se tragaba mi tarjeta. Supongo que esas dulces imágenes todavía se conservarán en alguna cinta de seguridad del banco…
Metes tu tarjeta de débito de Cajamadrid en un cajero de Cajamadrid (el porqué tengo todavía este banco es otra historia), se la come, busca el teléfono, llama al 902. Le explicas al operador lo que te acaba de pasar y te dice que va a anular la tarjeta por seguridad, que no es culpa tuya, que algo le ha pasado al cajero, y que no me preocupe, que en siete dias tendré una tarjeta nueva en mi domicilio. ¿Cómooooo? Sí, siete dias, sin coste alguno para usted (para más inri). Entonces uno le explica que tiene su tarjeta de Cajamadrid, la mete en un cajero de Cajamadrid, se la come y sólo tengo que esperar siete dias. Ni hablar. Me dice que utilice otras tarjetas, que él ve que tengo más. Lo siento, no tengo el PIN le digo. Ofrece entonces la posibilidad de envío por mensajería, acepto, pero me dice que tengo que volver a llamar mañana (cosas de la tecnología me imagino). Al final de la conversación le pregunto si queda constancia de alguna reclamación. Como era de esperar: no. Que ahora la hace si así lo deseo. Vamos, que si no le digo nada todos contentos. Arf.
Llamo al día siguiente y parece que la llamada del día anterior no ha tenido efecto: pero si tiene usted más tarjetas, úselas. Que no. Mensajería. La tarjeta me llega al día siguiente. Dos dias en total.
Ayer me llama una señorita por el tema de la reclamación. Se disculpa en nombre del banco. Le digo que no es forma de trabajar lo de los siete dias y que yo, sin hacer nada, tuve que pagar las llamadas al 902 sin razón. Me dice que me van a indemnizar con 6 euros. Bien.
Moraleja: no hay que dejar que nos tomen el pelo. Si uno no protesta bien, ni envío por mensajería ni seis euros. Más jeta imposible.