La noche en blanco
Por Luis Peralta
Aquí está mi crónica tardía de la noche en blanco. Dicen que llovió, a mí me pilló cenando y no volvió a caerme una gota, lo que es un punto, porque te pilla en una cola de museo y me imagino que la pasión por la cultura de cualquiera se dispara.
La verdad es que museos estuve en pocos, por no decir en ninguno. Nos fuimos directamente al matadero (el nombre es de por sí potente). O antiguo matadero. Y todo tenía un aire a… Berlín… Era una sensación extraña, porque de alguna manera y por alguna razón asocio ese tipo de construcción vacía a lo bohemio y no a roña, pero me doy cuenta de que es parte de mi subjetividad.
Dejando de lado las sensaciones arquitéctonicas/sentimentales/berlinesas, nos fuimos al matadero por la música y la noche no tenía pinta de decepcionar. Al final, un poco de todo, pero una noche divertida. Scheerder Sasker, unos holandeses que usan a modo de altavoces de coches tuneados (los coches, esta vez, españoles y con la tira de chonis alrededor), dieron un concierto curioso y más que aceptable. Las Chicks On Speed hicieron un concierto como el Medem su última película, para ellas y nadie más. Y si no la entiendes, se siente. Vamos, que se quedaron a gusto rallándose y ofreciendo un espectáculo digno de olvidar. Lo que estuvo increíblemente bien fue el concierto que organizó la discográfica Nuevos Ricos, tanto por la música como por lo que consiguieron mover al público. Una pena que a los 30 o 40 minutos de concierto se fuese la luz (literalmente).
Sorprendido estoy de que la noche saliese tan bien como salió (casi que sólo había oído malas críticas del año pasado). Y todo acabó a la muniquesa (me and my dreams). Fotos.