Llegada alborotada...
Por Luis Peralta
Ya estoy de vuelta. Eso sí, ha sido un poco brusca para mi gusto. Para empezar, el cargar las maletas me destrozó una costilla que ya tenía de por sí destrozada. Consecuencia: viernes de hospital, cien mil millones de pruebas (una de ellas, el electrocardiograma, acabó con buena parte de mi pelo en el pecho), para decirme que no tengo nada especial. Vamos, que no tenía una costilla rota, que era lo que yo me temía (y para lo que sólo hacía falta hacer las placas, pero vete tú a saber porqué da morbo a una alemana afeitar el pecho a un spanier). Para seguir, quemón de sol el domingo, porque para un día que hace sol, quema. El primer día de trabajo se ve nublado por la aparición estelar de mi tutor erasmus en España y su «¿me dejas quince minutos tu ordenador?», que fue toda la mañana. El martes me levanto con fiebre y unas anginas de caballo. Así hasta hoy, que parece que he recuperado la estabilidad.
Pero no todo es desastre. Aquí soy el más moreno de todos, detrás de los negritos, por supuesto. Ver a la gente de nuevo es reconfortante cuanto menos. Aprobar el famoso compilador, después de tantas horas pegados Rafilla y yo, más.
Ideas inconexas después de tanto tiempo. Extraños echares de menos también.
Por cierto, volé con Yago Lamela en el avión de Valencia a Madrid, pero de eso me di cuenta dias más tarde… qué cosas.
Lo mejor de todo es que tengo mono de ordenador… ufff.